- Lo más importante es la educación de la personalidad. Una
persona que sabe imponerse unos límites y se respeta a sí misma es inmune al
consumo de las sustancias psicotrópicas, sea alcohol o drogas. Si al niño en la
familia en vez de educar le doblegan, no tendrá fuerza interior para decir “no”
a la propuesta de probar drogas.
No
tiene ningún sentido advertir al adolescente contra las drogas, solo sirve de
despertar su curiosidad hacia las mismas. Es necesario ofrecerle una
alternativa sana.
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